Suicidios Parciales

No se trata, amigos míos, de esas veces en que nos presentamos a rendir una materia con lo puesto. Se trata de una idea que me alcanzó gentilmente mi amiga Lau Roja. Me dijo que ella, ante determinadas situaciones, "Se suicida del lugar".
Esa es una buena idea, aunque sea un buen deseo. Quién no ha soñado con irse a la otra punta del mundo y no ver más a todos esos personajes que nos hacen acordar lo patéticos que somos por el solo hecho de haber sido testigos de nuestros momentos más humillantes. Ese es el concepto. Pero como la retirada es dificil y el nuevo camino, impracticable, la salida es ese sueño dorado, el suicidio.
De todas maneras, mi suicidio ideal no sería el completo, porque hay cosas de mi vida que quiero preservar, como la autoconciencia y la biblioteca. Se trata, en cambio, de que en determinados lugares, uno haya muerto. Por ejemplo en Chile, que nadie puede querer estar vivo en un lugar como ese. O en mi laburo. O en casi todas partes. O para toda una serie de gente que, claro, me gustaría hacer desaparecer, pero como no puedo, me conformo con desaparecer yo.
Palio y mosquitero, dosel y almohadones, libros y películas, son el entorno ideal para pasar una cómoda muerte en vida, encerradito y a oscuras.

(Versión resumida: Líos de polleras.)

¿COMO PUEDO SER TAN PELOTUDO?

Eso nada más. Para debate.

Vicio

Entre tantos otros, me he hecho amigo de un vicio fétido, hediondo y asqueroso, que se complementa a la perfección con mi viejo vicio caro y posmoderno:

Los Romeo y Julieta Cedro, de La Habana a su pestilente boca, en combinación con el ya tradicional Etiqueta Negra de Johnny Walker.

Atrás, un retrato mío al lápiz y birome que me dibujó una amiga el otro día. Ahora me conocen más.

Propongo mejoras.

Me gustaría, como creo que a todos, añadir un orificio a los que ya tenemos en el cuerpo. No se trata de una fantasía de corte sexual, sino más bien de una búsqueda de eficiencia.
Como están las cosas, me es muy dificil cantar al mismo tiempo que tomo café, cosa que intento hacer en vano y para estropicio de mi escritorio, mi teclado y mi ropa. No hay manera.
Si todos los días tratamos de mejorar algo, a lo mejor llegaremos a ser lo que siempre soñamos.