Thursday, June 19, 2008

Como esos escritores

No se si estará relacionado, pero antes de empezar a trabajar, hace un par de años, cuando estaba completamente deprimido y sin un choto que hacer, escribía acá y me salían cosas lindas y encima la gente me dejaba commentstarios e incluso alguna minita me agregaba al messenger.
Ahora que dejé de trabajar y entré en un proceso depresivo importante, que me despierto a las dos de la mañana y me pongo a tomar vodka hasta el día (lo juro), que me dejó una mina que aunque sea me bancaba el mal humor -hasta que no lo bancó más-, que tengo que rendir el viernes y el lunes y todavía no toqué un puto libro, porque, total, como no hice los trabajos prácticos, capaz ni rendir me dejan... Es decir, ahora que tengo la vida adecuada a un blogger exitoso, como esos escritores del siglo XX que parece que escribían bien porque eran borrachos, drogadictos y golpeadores, me encuentro con tiempo y angustia -los dos reactivos limitantes- frente a la pantalla y no me sale una puta letra ni una puta música.
La concha bien de la lora.

Tuesday, June 17, 2008

Soy un desocupado más

Nada, eso, renuncié.
No tengo más ganas de trabajar, ni de estudiar, ni de nada.
¿Estaré muy enfermo?

Promesas de borrachos

Recién escuchaba en un conmovedor tema de Zambayonni (El equilibrio del mundo), la siguiente frase destinada a marcar un contrapunto: "Vos sos certeza, yo soy una promesa de borracho en navidad".
¿Son las promesas de los borrachos poco confiables?
A mi no me importan las promesas que me hagan, porque en general los sobrios me mienten descaradamente(*). Pero sí me preocupan las que hago yo, porque mi mamá me dijo una vez que yo había prometido algo que no pensaba cumplir que hacer ilusionar a la gente al pedo es de mala persona y a mi me dio mucha culpa imaginarme a una nena con los ojos grandotes y brillantes desilusionada.
Y claro, resulta que mis promesas son hechas siempre en estado de ebriedad, no tanto porque es el único estado en que no tengo tanto miedo al compromiso, sino porque casi siempre que hablo con otras personas estoy borracho.
El problema se me presenta cuando, al otro día, me pregunto cómo hacer para cumplir una promesa que hice borracho cuando tengo TAN POCAS GANAS de cumplirla. Y la culpa -ya dije lo de la nena de ojos grandes- me obliga a hacer cosas que no quiero hacer.
De modo que las promesas borrachas, en mi caso, son perjudiciales para mí mismo, pero para los demás son absolutamente fiables.

(*) Por incumplimientos de sobrios es que dejé mi trabajo, por ejemplo.