Monday, April 24, 2006

Abril en mi ciudad

Tiempo febril. Me empuja la hostil urgencia de andar.

Parciales, entregas, gritos, apuros, madrugones, trasnochadas, ebriedades, choques, culpas, errores, sentimientos, desasosiegos, corridas, vidrios rotos, buhardillas. Obligaciones (civiles y comerciales). Responsabilidades (contractuales y extracontractuales). Y después, nada. Un whisky.

Pero es abril, y en un semáforo el cariño de un guiño hace el intento de hacerme ver el cielo sobre el pavimento.

Fotos, recuerdos, regalos, agradecimientos, brindises, música, fiesta, risas y besos. Un café con una amiga en lugar de una clase. Encuentros inesperados. Encuentros esperados. Alegría de estar. Cielos rojo fuego en un 152 por paseo Colón, al compás de La Traviata en el i-pod, un amanecer de sábado, después de amar recíprocamente en la escalera de Ingeniería y en la boca un gusto que te acompaña hasta la puerta de tu casa. Una carta. Un llamado. Un sueño. ¿Un viaje?.

Pero el reloj me dice que no, que apure nomás. Oigo el crujir de suelas en afiebrado compás.

Y los textos que todavía no tengo. Las fechas de parciales que se saben próximos pero no se conocen con exactitud. O los temas. De qué hablarán en la profusión de clases a las que no voy. Casi todas. Los compañeros de Sociales desplegando su solidaridad infinita: "estás en el horno". Los trabajos que todavía no abordé. Mis compañeros de grupo a los que hace demasiado que no veo. Mis temores de que todo colapse. Mi pasión por vivir en el borde. Mi adicción a la angustia del último momento. El hecho de que esta tarde tengo parcial y no tengo idea de qué va. El hecho de que todos dicen que es la materia más dificil de la carrera. El hecho de que igual me va a ir bien y ni siquiera voy a sentir un logro, solo vacío.

Pero es abril y tengo ganas de mirar tus ojos, cumplir con un antojo irracional.

Los ojos de Angeles. Un tango cantado entre dos al volver de La Boca una mañana. Siete declaraciones de amor que chocan con tu indiferencia. Mi alegría en tu negativa. La seguridad de que es mejor una utopía sin cumplir que una desilusión. La comodidad del personaje del rechazado. La comodidad de decir algo sobre tus ojos enormes y grises y saber que es lo mismo que no decir nada. La felicidad de saber que vos sabés. La emoción de escucharte cantar Melodía de Arrabal de modo espontáneo y en el momento justo. Que la palabra "ojos" siempre me haga pensar en los tuyos.

Tomo un café de apuro y sin fe y vuelvo a marchar. Un aluvion de pies en accion persigo detrás.

No entender a nadie. No entender cómo piensa la gente. No entender qué le pasa por la mente a todas esas personas que van para ese lado con esa convicción. Los comentarios vacíos de la gente, incomprensible, tratando de agradar, preguntando por qué las cosas ya no son como antes, hablando de la vida fuera de la buhardilla, pero dentro del fango. Dentro de la zona. El novio inexplicable de una Muzza. Que la vaquera del pool llame VIP a ese lugar. Que arme mal. Que ese imbecil no se levante de su sillón y encima nos grite. Que los hoteles sean tan caros.

Mi corazon en ese monton se siente uno más, y de ese albur humano me cuesta tanto escapar.

Que tomar un café en Modena, abajo de un arbol y en una mañana templada y ríente, como lo son las de otoño en la graciosa ciudad de Buenos Aires, sea tan barato. Que tomar una cerveza en La Biela una noche ventosa sea tan barato. Que nunca jamás no tenga con quien hablar un problema o una situación. Que tomar un café en Coronel Diaz y Charcas sea como ir a terapia. Hablar en código. Un balcón lleno de plantas. Saber que Josefina me va a criticar lo de la terapia. Que después del parcial de Obligaciones me esperan dos o tres abrazos en esa facultad de barro humano pero también de joyas que brillan, que sonríen, que confían, que tienen las cosas claras, que te las aclaran, que te ayudan y que se dejan ayudar, y que te hacen sentir que tenés todo lo que querés en la vida, te haya ido bien o mal.

Y así sentirme dueño de abril, en mi ciudad.

2 Comments:

Blogger J. said...

Cómo te lo voy a criticar, si para mí comprar cosas es terapia...
El viaje a Tandil es terapia.
Decir barbaridades a voz en cuello es terapia.
Quedarme tardando acá en Ceteris, en vez de huir para la facultad a ver a mi amor platónico -Márgara-, es terapia.
Besito.

1:14 PM  
Anonymous Anonymous said...

Besos, ternura, qué derroche de amor, cuanta locura...

11:20 PM  

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