Cambios de manos

El otro día me vendieron un encendedor a botoncito, porque era el más barato, y resultó ser un aparato nada común. Resulta que este encendedor, amarillo con estrellitas brillosas, para peor, prendía cuando era utilizado con la mano izquierda y no prendía cuando era utilizado con la mano derecha. Como yo no soy un epistemólogo ni tengo crisis de identidad cada vez que algo escapa a lo verosimil desde el punto de vista científico, decidí poner en práctica el conocimiento adquirido sin cuestionar causalidades. Hasta ahí íbamos mi encendedor y yo, yo tratando de prenderlo con cualquier mano y él sólo prendiendo con la correcta, hasta que el asunto dejó de ser entre él y yo.
Estaba yo esperando para mi clase de epistemología (en Tucumán, por si me quieren buscar) y un muchacho me pidió fuego. Y claro, empezó a tratar de usarlo y no funcionaba. Entonces yo, con total naturalidad, como si fuera lo más común del mundo, que lo es, le dije "probá con la otra mano, a veces funciona". A lo mejor era que el pibe tenía muy metido en la cabeza lo que dicen los epistemólogos positivistas, asique me miró como si estuviera totalmente loco. Lo cambió de mano, y, obvio, le prendió, y, obvio, el pibe se quedó re mal.
Ayer a la noche, unas horas después de este episodio, CauQ me ofreció regalarme su encendedor porque le sobraba uno (siempre me sorprende que la gente sea tanto más buena que yo, que para peor me robé otro en un bar y ahora tengo dos) y yo a cambio le dí mi encendedor sobrenatural amarillo con estrellitas.
Y acá viene lo desolador de la historia: A ella le funcionó con las dos manos.