Para los que sabemos que hacerse famoso, y más aun famoso por algo bueno, es demasiado trabajo para nuestra naturaleza de gordo pajero, pero que igual nos gusta que nos inviten a eventos en casa de gobierno, porque sentimos que somos especiales aunque nunca lo logremos demostrar al mundo, nos queda el recurso de hacernos amigos de un famoso. Aquí, dos o tres formas de fracasar en ello:
Hacerse amigo de alguien y que ese alguien se haga famoso luego:
Este fracaso lo conozco por experiencia propia. Uno conoce a alguien y le parece que ese alguien es medio pelotudo. Básico, digamos. Como que uno se sabe mejor. Más culto, más inteligente, más preparado, más talentoso. Sin embargo, y por esas cosas de la vida, pega onda y se emborracha con esa persona, se va de trolas, se pierde en una villa miseria una noche de jueves, y se empieza a formar un vínculo, más bien construido de anécdotas comunes. Hasta, con el tiempo, se le pegan giros lingüísticos de él o ella. Luego esa persona comienza a tomar relevancia en su actividad, y uno lo entra a ver menos, pero cada tanto se junta a comer y la persona le dice "estoy por protagonizar una película", o "te puedo conseguir trabajo en donde vos quieras", o "el otro día, con Mirtha Legrand, estábamos comentando tal o cual evento". Uno, que sabe que el futuro famoso apreciará su sinceridad, le dice que lo que hace está mal, que tiene que actuar de otra manera, le da consejitos paternalistas, porque se pensaba superior cuando lo conoció y es difícil desactivar las dinámicas relacionales. Finalmente, la persona se consagra plenamente, y ahí es donde uno quiere empezar a utilizar las ventajas de ser amigo del famoso, pero descubre que durante el período en que esa persona se iba haciendo famosa, se ha ido rodeando de obsecuentes, de modo que uno quedó relegado a un segundo plano. Entonces, de pronto, para llegar a hablar por teléfono con el famoso tiene que pasar barreras de obsecuentes que le preguntan por qué tema es que quiere hablarle, y uno les tiene que demostrar de alguna manera que uno es amigo del famoso desde antes, que tiene privilegios derivados de la antigüedad. Pero claro, el famoso ya ha olvidado que en una época le atendía el celular, y entonces uno descubre que en el mismo acto en que el famoso se consagró famoso, dejó de ser su amigo. Y, además, uno se lo merece, por no haber sabido ser obsecuente a tiempo. Le queda a uno comentar a los otros no famosos, como al pasar, la vez que se puso en pedo con el famoso, y quedar en la situación de ser ese patético imbécil que cuenta glorias pasadas porque no tiene glorias presentes.
Hacerse amigo de alguien que ya es famoso:
Este fracaso es menos frustrante que el anterior, pero le demuestra más cabalmente a uno la clase de ser abyecto que es. Ocurre que los famosos, además de estar rodeados de obsecuentes, solo hablan de igual a igual con otros famosos. Y para poder ingresar al círculo del famoso, es necesario entrar de la mano de otro famoso del que uno ya sea amigo, porque si no le cerrarán la puerta en la cara. No se si alguna vez conté la anécdota de la modelo internacional que yo había conocido en un casamiento bien, y que había dormido sobre mi hombro para luego no ser violada por mí, lo cual me valió que, por un lado me reprochara la no violación, y por otro me agregara al Facebook. Luego de haberme agregado, y ya consciente de mi real estatus de gusano repugnante, no me había hablado nunca, ni yo a ella, porque soy un gusano repugnante orgulloso (lo cual ya me trajo problemas en la anécdota anterior). Dos años después, ponele, me agrega al FB otra modelo internacional que, obviamente, tenía de amiga a la modelo internacional original, ya que las famosas son todas amigas. Bueno, a lo que iba, el mismísimo día en que me agregó al FB la famosa número dos, la famosa número uno se acordó de mi existencia y me comentó no se que vaciedad en el "muro".
¿Para qué cuento esto? Para apoyar mi tesis de que la única forma de hacerse amigo de un famoso es ser ya amigo de otro famoso con anterioridad, o bien ser famoso uno. Si no, el estatus de gusano repugnante lo impedirá.
Ser un personaje no famoso pero de culto, que los famosos buscan para sus fiestas:
Si es difícil hacerse famoso por algo bueno, hacerse famoso por algo bueno pero solo entre un selecto grupo de celebridades debe ser de todo punto imposible. Y, encima, está la molestia hipócrita de aparentar que a uno no lo deslumbran los Audis y los departamentos de quinientos metros con bola de espejos en el sauna. Para hacerse amigo de alguien sin que conozca quién es uno realmente, mejor no hacerse amigo y ya.
PS: ¿Por qué hacerse amigo de un famoso?
Por la sencilla razón de que la pasan mejor y, si uno está cerca, la pasa mejor con ellos que con los amigos que toman colectivo y hacen cola para cosas.
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