Monday, June 04, 2007

Proyecto Turístico

Hay una veta que está desaprovechada en el siempre creciente mercado turístico de esta maravillosa ciudad. Una forma de recorrer la ciudad que te permite una interacción profunda con la escencia de lo porteño y un conocimiento cabal de todo lo que sea arrabal y malevaje. El turismo vengativo.
La idea es poner un Hostel, estoy barajando el nombre "La Venganza es Dulce", volcado específicamente a gente que viene a Buenos Aires a vengarse de alguna estafa, algún fato con la droga o algún aniquilamiento de seres queridos. Los mexicanos, siempre más vivos, han logrado importantes transferencias de divisas promoviéndose, vía Hollywood, como lugar en que los americanos grandotes pueden ir a perseguir a un grupo mafioso durante algunas semanas, con el consiguiente dispendio de dólares a cambio de un pequeño aniquilamiento que no hace mella en la vasta y creciente masa delictiva.
El Hostel, situado en un umbrío inmueble de Colegiales, en apariencia solo ofrece servicio de Matones a Sueldo y un informante, que le dirá al turista a quién contactar y dónde para averiguar el paradero de un determinado delincuente. Es entonces cuando el turista averigua por sus medios la ubicación del Café Tortoni, donde un señor de pelo canoso y unas entradas avanzadas, tipo Raúl Lavié, que fuma cigarrillos negros de modo incesante, le dirá, café de por medio, a quién contactar en segundo lugar.
El segundo informante es un poco más complicado de encontrar. Se trata del Regio Acosta, que suele frecuentar los bares de La Boca, pero Raúl Lavié no le dirá ni qué bar ni en qué momento lo ha de encontrar. Entonces nuestro turista empieza a hacer preguntas por el barrio, defendiéndose de algún que otro asalto con abuso sexual gravemente ultrajante en grado de intento. Finalmente da con un mendigo, a nuestro sueldo, que le indica que la semana siguiente el Regio Acosta va a estar en un tugurio X, del que cobramos comisión por las consumiciones.
El Regio Acosta, un ex integrante de la barra brava de un equipo de la B, se hará rogar. Le propondrá, en última instancia, que le puede vender la información pero que debe volver a la semana siguiente con una suma determinada de dinero. Se ve que nuestro cliente ya pasó al menos tres semanas en Bs. As. y piensa quedarse, y encima sigue entregando dinero, que viene a nuestras arcas, comisión del Regio Acosta aparte.
Finalmente el Regio Acosta lo contacta con un señor de pilchas raídas que, en el premetro, en la estación Parque de la Ciudad, le informará que los datos de la persona que busca se encuentran en la punta de la torre de Interama. Cuando el cliente se hace con el paquete, que ha pagado caro, se contacta con él un señor trajeado que lo cita, invocando el nombre de un mafioso importante, en el bar del piso 23 del Hotel Panamericano.
Finalmente, cuando ya ha pasado un buen mes y medio de idas y vueltas, nuestro falso mafioso importante, con un pañuelito al cuello y modales un poco maripósicos, le da a entender que ya se va a ocupar él de la persona que está buscando el cliente, que tienen algo pendiente, que no se meta, y que mejor se vuelva a su casa antes de que lo haga matar a él también.
De este sencillo modo, nuestro cliente se vuelve satisfecho y sin haber lastimado a nadie, con un conocimiento profundo del corazón oscuro de la Ciudad, y con mucho dinero menos.
Necesito, eso sí, inversores y voluntarios para los papeles principales.

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