Tuesday, February 28, 2006

Humor en Chicha Para Uno

Estos son los titulares de las notas que hay en las páginas 10 y 11 del diario que fuera de los Mitre:

- "Aun es un misterio cómo aprendemos a habar"

- En las cavernas, ya las preferían rubias.

- Nacer antes de tiempo afectaría la personalidad.

- Los excrementos de las mascotas, un problema sin fin.


Como se ve, los muchachos finalmente se han volcado por el absurdo.


PD: Sigo enfermo, y mi método otrora infalible de darme una ducha y dejarme de joder no funcionó. Después de la ducha me dolía todo y no podía parar de estornudar. Todavía me duele. Y realmente me rompe las pelotas que después de no fumar durante 4 días todavía no me den ganas.

Monday, February 27, 2006

La balanza del bien y el mal.

La buena: me salieron todos los horarios que pedí en las dos facultades.
La mala: no se cuáles son.

Sunday, February 26, 2006

Taan yo...

¿Como puede ser que me guste mas una mina fea que no me da mucha bola que una mina linda que sí me da demasiada bola? ¿Se puede ser TAN yo?

La Boca: Ciudad Abierta.

Por irme de alta fiesta el viernes me engripé para el orto - si, soy viejo, no puedo hacer NADA sin que tenga consecuencias en mi salud - y la gente que ayer estaba super interesada en llamarme para ver como estaba ya hoy domingo no me llamó. Con lo cual concluyo que la gente se aburre muy rápido de que uno esté enfermo. Mucho mejor para ellos que uno esté bien sanito, al parecer. En fin, ya creo que estoy un poco mejor y mañana podré irme de altra-alta-fiesta, para volver a decaer. Ya me perdí dos. Además en consideración a toda la plata que perdí, me invitan todo -that is: TODO-.

Friday, February 24, 2006

Look at the bright side

Que todo salga mal es una cosa muy frustrante y te hace sentir desgraciado, pero es perfectamente tolerable.
Pero que todo salga mal por la propia culpa encima de frustrado te hace sentir EL MAS PELOTUDO.
Y que todo salga mal por la propia culpa y encima eso te cueste un monton de plata, te hace sentir además de frustrado y el más pelotudo, pobre.
Nada más que decir.

Tuesday, February 21, 2006

Locuras, delirios vanos. Estos.

No me olvides nunca salpicón de ave.

Friday, February 17, 2006

Pucho + cocina + cortinas pesadas

Yo no sé si su departamento será poco luminoso, pero alguien hoy estuvo fumando un pucho en una cocina a oscuras, y como consecuencia a mi me dieron ganas de hacer lo propio con Kari, Eli y Cau, con quienes me había comprometido a juntarme hoy. Es como una cadena.

Monday, February 13, 2006

Tarde pero seguro...

El que administra la página web de la facultad de Sociales, como fiel lector de mi weblog que seguramente es, al leer mi post de hoy se puso en contacto con el departamento correspondiente y publicó las ofertas de horarios de Sociología. El problema es que yo ya me había anotado. La buena es que, efectivamente, se mantienen los horarios de los teóricos. Aguante la suerte.

HeLp!

Yo debo ser medio estúpido porque en toda la página de la facultad de sociales no encuentro la oferta de materias y horarios del primer cuatrimestre. El sistema de inscripción me ofrece los horarios de prácticos (que aumentaron en oferta con respecto a la del primer cuatrimestre de 2005 que tengo yo en mi pc) pero tengo que inscribirme con la presuposición de que los teóricos son en el mismo horario que vienen siendo desde hace años, porque no hay cómo saberlo. ¿O es que soy yo que no encuentro los datos pertinentes?

Thursday, February 02, 2006

La inmortalidad del Germanio

Cuando estaba en la escuela primaria, digamos cuarto o quinto grado, era habitual que un científico mantenido por la Comuna viniera a nuestra escuela -admito que era una escuela modelo y que sólo íbamos los hijos de quienes estaban bien acomodados con la burocracia partidaria- a dar charlas y conferencias. El proyecto del Ministro, el Secretario, o quien hubiera planeado la actividad, era que aprendiéramos algunas nociones básicas de ciencias naturales en general y que incorporáramos una forma rigurosa de acercarse al conocimiento, o por lo menos así nos dijeron, pero la verdad es que el químico (tenía nombre de elemento, muy adecuado para su condición de químico, pero no me acuerdo si era Xenón, Radio u Osmio; el apellido era Germano, pero lo llamabamos "Germanio", con nuestro inocente humor infantil) se iba por las ramas y solía terminar hablando de sus investigaciones, que, por otra parte, eran secreto de Estado. Los directivos de la escuela lo miraban con cierta indulgencia, acaso por su avanzada edad.
Recuerdo como si fuera ayer que en una de las charlas, titulada "La fotosíntesis", el viejo Germanio terminó contándonos que en sus investigaciones sobre materiales radiactivos -trabajaba en el desarrollo de la ansiada bomba atómica- había descubierto que el Francio emitía un tono azul intenso al ser bombardeado con neutrones, descubrimiento que le valió el reconocimiento de la misma Cocó Channel, quien puso de moda el color ese mismo año (´35) al sacar su colección otoño-invierno íntegramente en azul Francio. Fue acaso por vanidad que las tiendas parisinas lo denominaron azul Francia, pero esa es otra historia. Fue en esa charla que recuerdo tan vívidamente que yo hice alguna intervención brillante que impresionó al viejito, quien, gratamente sorprendido por mi interés en la bomba neutrónica, me invitó a conocer su laboratorio. Así fue que nos hicimos inseparables con el viejo Germanio y que durante un mes fui todos los días al salir de la escuela a visitar Centro de Experimentación Atómica, escondido entre las montañas que rodeaban mi pueblo.
Luego, un día, el viejo no apareció más. En el CEA me negaron el acceso y negaron, de paso, haber conocido jamás a un químico de nombre Rutenio, o Kriptón, o como fuera que se llamaba el viejito. Huelga decir que mi decepción fue grande, aunque mi desconcierto duró poco: mi padre me explicó que el Partido había decidido que ya no era productivo y que su falta de discresión sobre las investigaciones secretas había pesado más que su experiencia. Lo habían trasladado a una fábrica de tinturas. Fue en una de las últimas charlas que el anciano me comentó algo sobre su inmortalidad, pero yo no supe bien de qué me hablaba, en esa época y en mi pueblo la mortalidad no estaba de moda y no solía reconocerse como un fenómeno generalizado sino más bien como casos aislados, con lo que su inmortalidad no me pareció más extraña que la (supuesta) mía, o la de mis familiares cercanos. Yo era un niño ingenuo y, hay que decirlo, la información se manejaba con bastante oscurantismo en la Comuna.
Con los años fui ganando en golpes lo que perdí en inocencia y la vida me demostró lo equivocado que había estado con respecto a muchas cosas. Fue así como el asunto de la inmortalidad del viejito quedó en el olvido junto con la mía y la de mis padres, y no volví a pensar en eso hasta que, el año pasado, me lo crucé en Nueva York. Según pude averiguar después, los yankis lo habían contratado en el 38 para trabajar en el proyecto Manhattan y no se lo habían podido sacar de encima luego, ya que las jubilaciones son de por vida. Se lo notaba avejentado. Es decir, igual de avejentado que como había estado en mi infancia soviética, lo más probable, pero yo había desarrollado una sensibilidad especial para esas cosas cuando ser viejito dejó de ser cosa de dulces abuelitos para pasar a ser no acordarme el nombre de mis propios nietos.
Me reconoció, estoy seguro de que me reconoció. Me miró esa milésima de segundo extra. Pero no me saludó. No. Me miró con desprecio, con infinito desprecio, con asco casi, con un asco igual de intenso que el cariño que me había prodigado setenta años atrás. En el momento no lo entendí, pero, pensándolo un poco, es lógico.